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Resumen

La educación ambiental es un instrumento imprescindible para alcanzar el desarrollo sostenible, de manera que, hoy en día, todas las políticas medioambientales van acompañadas de la educación ambiental.

Sin embargo, la educación ambiental por sí sola no es la única vía de intervención a la hora de resolver problemas socioambientales, pero nadie duda de que ninguna política saldrá adelante si no va acompañada de una dimensión educativa.

Uno de los objetivos de la educación ambiental es la participación, por lo tanto, esta disciplina no es tanto de especialistas si no de gente. Por ello es fundamental que los actuales planteamientos estén orientados a la participación.

Estamos viviendo el “Decenio de la Educación para el Desarrollo Sostenible”, que comenzó en el año 2005 y finalizará en el año 2014. Su objetivo global consiste en integrar los valores inherentes al desarrollo sostenible en todas las facetas del aprendizaje con vistas a fomentar los cambios y comportamientos necesarios para lograr una sociedad más sostenible y justa para todos.

La base de la década es la educación, y sobre ella se sustentan los tres pilares fundamentales que hacen referencia a los principales problemas que debemos solucionar: los problemas medioambientales, lo sociales y los económico-empresariales.

La herramienta fundamental para el desarrollo de este decenio es la Carta de la Tierra, y su importancia radica en que por primera vez se habla de los Derechos de la Tierra. La Carta tiene cuatro principios fundamentales: respeto y cuidado de la comunidad de vida; integridad ecológica; justicia social y económica; democracia, no violencia y paz.

La Fundación Valores intenta llevar al ámbito educativo la Carta de la Tierra, formando a los formadores. Se ha detectado que las relaciones interculturales en los centros de educación formal en los que los formadores se han iniciado en la aplicación de la Carta de la Tierra, repercute en otros ámbitos como la familia y el entorno social.

Por otro lado, la participación ciudadana nos puede permitir tomar mejores decisiones con respecto a una gestión tradicional de lo público. Por un lado, nos permite resolver eficazmente los problemas para lograr mejores diagnósticos de la realidad socioambiental, nos facilita generar un amplio abanico de soluciones y de movilizar más recursos sociales, y por último, la implicación de las personas es fundamental si queremos llegar a las causas profundas del problema.

Participar es, por un lado, estar informado, tener conocimientos para hacer un diagnóstico de la situación, por otro, estar formado, tener conciencia sobre lo que está pasando, sentir el compromiso ético. También hace falta estar dispuesto, desarrollar valores, compromisos y por último, requiere ser creativos para adaptarse a los cambios.

Todo esto se transmite en el Máster de Educación Ambiental que desde 1990 imparte la Cátedra UNESCO de Educación Ambiental para formar personas-clave, es decir, personas que toman importantes decisiones en relación con los recursos y la humanidad. Su objetivo es lograr que estas personas cambien su forma de ver el mundo y la basen en dos criterios fundamentales: la sostenibilidad para entender un nuevo modelo de desarrollo; y la complejidad para abrirse a un nuevo modelo de pensamiento.

Uno de los propósitos sustantivos de la educación ambiental es el de motivar el cambio de valores que inciden en lo que hoy se conoce como la crisis ambiental planetaria; el interés que en México se ha puesto en ello, se refleja principalmente, en la renovación de los planes de estudio con un enfoque ambiental, en la creación de programas para la actualización de profesores y en la promoción de materiales para apoyar el proceso de dicha educación, enfatizando con ello la importancia de transitar hacia el desarrollo sustentable.

En dichos planes y programas se resalta la intención de incidir en la transformación de los valores y relaciones que los educandos establecen con el mundo, con la naturaleza y consigo mismos, para proteger y mejorar el ambiente en que vivimos; para lo cual se procura una visión integral de los problemas ambientales y de su complejidad.

En definitiva, la educación debe entenderse como un asunto en el que el conjunto de la sociedad debe intervenir, colaborar y actuar por y para el bien de todos.

Solamente cuando sus integrantes conozcan, valoren, relacionen actuaciones y participen responsablemente, el compromiso que adquieran y las mejoras que se originen serán duraderos.




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