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Resumen
El transporte de mercancías y la movilidad de las personas suponen un elevado porcentaje del consumo energético en las distintas sociedades, especialmente en las más enriquecidas. En España este índice alcanza un 40% de la energía total consumida y supera ya al sector industrial. Además son también los responsables del 25% de las emisiones totales de CO2 y de otros perjuicios directos sobre el medio ambiente como la contaminación atmosférica o la contaminación acústica. De entre los distintos medios utilizados, el transporte por carretera es el principal responsable, pero hay sectores como la aviación que ha aumentado considerablemente en los últimos años y ya es consumidor de un 5,2% de la energía a nivel nacional.

Para hacer un análisis completo de la situación de la movilidad en nuestro país es necesario diferenciar la movilidad de las personas del transporte de mercancías porque siguen flujos diferentes y están dominados por agentes distintos. Así, las zonas urbanas son las que han experimentado un mayor aumento de los desplazamientos de personas, con una tendencia hacia movimientos de larga distancia debido al modelo urbanístico disperso y de baja densidad que favorece el uso del automóvil y encarece enormemente las inversiones en transporte público. La solución al problema es compleja y requiere de un gran esfuerzo y concienciación por parte de todos: usuarios, administraciones y empresas. Por eso, desde el grupo de trabajo se apoyó la aprobación de una ley de Movilidad Sostenible que sea realmente transversal a los distintos sectores y que garantice la realización de planes de movilidad y su consecución.

Otra de las asignaturas pendientes en España es el transporte de mercancías que está basado en la carretera y con una gran dependencia de las fluctuaciones del petróleo. En este sentido, la apuesta ha de ser la transferencia modal que mejore la capacidad del transporte de mercancías contando también con el barco y con el ferrocarril.

Todas estas soluciones deben dejar de ser una utopía y pasar a ser una realidad. El cambio climático no espera, la ocupación territorial está ya fuera de sus límites ecológicos y la calidad de vida de los ciudadanos empeora a medida que aumenta el parque de vehículos.

Los mensajes sin embargo son contradictorios. Mientras se alzan algunas voces a favor de una movilidad sostenible, el coche se convierte en un objeto de deseo para todas las sociedades. Al abordar los problemas ambientales y sociales el ciudadano se excusa en los avances tecnológicos y en la falta de alternativas de calidad, pero los últimos estudios certifican también que el automóvil, gracias a la publicidad y a la falta de sensibilización, es para muchos un sinónimo de éxito. Es difícil luchar contra un valor tan arraigado. Por eso, si realmente se quieren cumplir los objetivos de Kioto, y reducir los efectos negativos de la movilidad motorizada son necesarias todas las herramientas: las legislativas, las económicas, las tecnológicas y también las educativas.



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