Una red mundial de observación de la atmósfera mide diariamente las concentraciones de gases de efecto invernadero, datos esenciales para realizar las estimaciones de flujos de los mismos, sus fuentes y sumideros. De esta red de vigilancia forma parte el Observatorio de Izaña, en Tenerife, que tiene una de las series históricas más largas (25 años) de esas medidas tomadas directamente. La información se envía al Centro Mundial de Gases de Efecto Invernadero, de la Organización Mundial de Meteorología.
"Estos datos nos permiten hacer el seguimiento real de las concentraciones, lo que permite tomar el pulso constantemente de la situación y evolución de los gases de efecto invernadero", explica Teresa Ribera, secretaria de Estado de Medio Ambiente y veterana de las negociaciones del Protocolo de Kioto. "Con la información científica de la red mundial se hacen los análisis sobre los que se basan las decisiones políticas de control de las emisiones que provocan el cambio climático".
En el Observatorio de Izaña, inaugurado hace casi un siglo y ahora perteneciente a la Agencia Estatal de Meteorología, trabajan 29 personas bajo la dirección de Emilio Cuevas. Desde 1984, está integrado en la Red de Vigilancia de la Contaminación de Fondo, que se convirtió, en 1989, en el programa de Vigilancia Atmosférica Global. Pero la estación no se limita al dióxido de carbono y los demás gases de efecto invernadero, sino que gran parte de su actividad está volcada en la vigilancia de la capa de ozono, midiendo desde hace años los compuestos en la estratosfera que la deterioran.
"Este año vamos a dedicar al Observatorio de Izaña la celebración del Día Mundial del Medio Ambiente, el 5 de junio, como homenaje al importante trabajo que realiza desde hace 25 años en la medición continua de los gases que provocan el calentamiento", anuncia Ribera. La situación del observatorio de Izaña, cerca del Teide, es importante para estos registros porque no tiene en su entorno fuentes especialmente intensas de gases o de compuestos dañinos para el ozono. El centro está asociado al Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC).
Otro pilar de su actividad cotidiana es la medición de los aerosoles, partículas en suspensión en la atmósfera directamente implicadas en el cambio climático, sobre todo por el efecto de enfriamiento transitorio que tienen y que enmascara el calentamiento real. Para ello se hacen medidas directas de los aerosoles, tanto de su concentración como de sus características físicas, su composición química y sus propiedades ópticas.
También en el control de la calidad del aire participa el centro de Izaña, con varios programas de observación e investigación. Uno de ellos se centra en el impacto de las intrusiones de masas de aire africano en esa zona del Atlántico.
Las actividades de la estación canaria van más allá de las múltiples mediciones cotidianas, explican sus especialistas, ya que también es uno de los dos centros mundiales de calibración de Aeronet (Aerosol Robotic Network), red gestionada por la NASA, y centro de calibración de la red europea Photons. Los datos que registra, por lo tanto, son esenciales para controlar la calidad de las medidas que se realizan en otras partes del mundo. El observatorio en Canarias forma parte también de la red del Centro Nacional del Océano y la Atmósfera (NOAA) estadounidense. |