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Resumen

La lucha contra el cambio climático es el gran reto del siglo XXI. La contribución de las administraciones será fundamental en el cumplimiento de los objetivos, dado que muchas de sus políticas tienen capacidad para incidir en los procesos de emisión de gases de efecto invernadero.

Alcanzar cambios significativos en la situación en la que nos encontramos pasa por una disminución en la demanda de bienes y servicios, un incremento de la eficiencia energética, una reducción de las emisiones y la utilización de energías alternativas. Es una oportunidad ambiental, pero también económica, donde la lucha contra el cambio climático ofrece nuevas posibilidades.

La lucha contra el cambio climático sólo puede abordarse con un planteamiento global, integrado, a largo plazo, basado en la participación y complicidad de los ciudadanos.

En el 2030, el 80 % de la población vivirá en ciudades. Esto supone una gran responsabilidad para las entidades locales en la batalla contra el cambio climático, responsabilidad que ya están adquiriendo estas administraciones con el desarrollo de planes y estrategias en esta línea, tal y como se demostró en CONAMA 9.

No debemos ver las ciudades sólo como el problema, son a la vez espacios públicos en los que se pueden hallar soluciones intersectoriales y en los que puede llevarse a la práctica la necesaria conciliación entre intereses privados y públicos.

Todos los expertos, tanto de entidades locales como autonómicas, coincidieron en destacar cómo las estrategias contra el cambio climático de las distintas administraciones son fundamentalmente enfocadas a la reducción de emisiones de origen energético e industrial y a la mitigación de emisiones difusas. En este sentido es necesario implementar instrumentos y medidas que mitiguen las emisiones de cada sector (el fomento de la I+D+i en este ámbito juega un papel fundamental), aumentar la concienciación pública con acciones de sensibilización y regulación, y promover el ahorro y la eficiencia energética con el impulso de las energías renovables y el uso responsable de la energía.

Las estrategias presentadas en esta mesa redonda cuentan con diagnósticos y guías para diferentes sectores, estimaciones de costes, establecen objetivos de reducción y líneas de actuación, herramientas necesarias para su ejecución, indicadores que informan de la evolución, fases de comunicación y participación, etcétera.

Quedó patente que se están invirtiendo muchos esfuerzos para mejorar la situación frente al cambio climático, sin embargo, aún queda camino por recorrer. Es necesario una mayor educación ambiental, información y participación del ciudadano, cooperación entre las administraciones, investigación e innovación, al mismo tiempo que es importante generar información cuantitativa más detallada sobre los costes y beneficios económicos de las acciones de adaptación al cambio climático, hecho destacado internacionalmente.



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