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Resumen

En la pasada edición del CONAMA, los expertos allí congregados profundizaron en la nueva Inteligencia Ambiental, que se definía como la interconexión de cientos, quizás miles de pequeños dispositivos basados en microprocesadores que reciben información de tarjetas sensibles, para la ejecución conjunta de una acción concluyendo que el estado de los ambientes inteligentes, en aquel momento, estaba íntimamente ligado a los sistemas informáticos distribuidos y a los terminales móviles.

Actualmente, las redes troncales o conexiones de red a nivel de la capa de enlace, tienden a utilizar el estándar ATM (Asynchronous Transfer Mode), que permite velocidades de transmisión elevadas. Sin embargo, las redes de área local (LAN) más extendidas son las de tipo Ethernet, estándar IEEE 802.3. Funcionan sobre par de cobre trenzado, cable coaxial o fibra óptica y pueden llegar a los 10 Gb/s de velocidad de transmisión, si bien su campo de aplicación no sobrepasa áreas con un radio de dos kilómetros. A pesar de esta limitación, las redes IEEE 802.3 han alcanzado un gran desarrollo y actualmente se encuentran instaladas en multitud de empresas, organismos e instituciones de todo tipo que abarcan ámbitos tan dispares como el universitario y el militar por citar dos ejemplos que pueden ser ampliamente conocidos. Además, las redes Ethernet tienen en común la utilización del protocolo IP a nivel de la capa de red.

La convergencia IP, como así se puso de manifiesto en el Grupo de Trabajo, está muy relacionada con las redes de telecomunicaciones en general y con las redes de protección y control de nuestro medio ambiente en particular. Según los ponentes, a corto plazo, esto redunda en una mayor facilidad para la explotación y el mantenimiento de las mencionadas redes, puesto que pueden utilizarse infraestructuras de red ya existentes y la supervisión de las instalaciones puede llevarse a cabo desde cualquier localización geográfica enlazada vía IP con los equipos de telemando y control. A medio y largo plazo, por unificación de criterios y utilización de un equipamiento homogéneo, la convergencia IP traerá un notable abaratamiento de los costes de instalación.

Las redes de telefonía móvil no son ajenas a la convergencia IP. En el caso de la segunda generación, el trasiego de datos a velocidades aceptables para transmitir imágenes, se hace mediante técnicas complementarias como EDGE o GPSRS que conforman lo que se ha denominado 2,5 G. Pues bien, los datos transmitidos en GSM por estos sistemas se canalizan a través de una red IP. La tercera generación no sólo es compatible con este esquema sino que está prevista una migración o convergencia gradual de los sistemas UMTS, también denominados 3G, hacia una red totalmente basada en el protocolo IP. El estándar UMTS, conlleva, además de la convergencia IP, menores potencias de utilización en estaciones base y terminales móviles. Supone por tanto, un paso adelante en lo que ha sido hasta ahora el auténtico caballo de batalla de este tipo de instalaciones en lo referente a su relación con el medio ambiente.

A pesar de la brevedad de este análisis, y como conclusión en este CONAMA 9, se podría aseverar que la convergencia IP es algo más que un mero avance en el ámbito de lo estrictamente tecnológico para trascender al terreno medioambiental como una tecnología sostenible y, en consecuencia, parece aconsejable su desarrollo e implantación.



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