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Resumen

La esencia y la base de la ciudadanía es la democracia. Ésta garantiza que las personas obtengan ese estatus de ciudadano y que se organice una sociedad cuyo objetivo es el reconocimiento del pleno desarrollo de los derechos de las personas, y de una organización social y política que no puede funcionar al margen de una serie de valores esenciales que debemos defender.

En el concepto de sostenibilidad hay tres factores: cohesión social; posibilidad de dinamismo económico y de oportunidades económicas reales y a largo plazo; y respeto a la biosfera y al entorno natural en el que vivimos.

La sostenibilidad debe estar tan ligada a la articulación de la nueva sociedad que debemos construir, como el propio fundamento democrático de la misma, debe ser la base y la garantía de la convivencia en plenitud de derechos. No debe haber una consideración sectorial de la sostenibilidad, si no que tiene que introducirse dentro del esquema político y también dentro del esquema social de forma definitiva. No podemos entender el medio ambiente, la biosfera o el entorno como una amenaza o una restricción de la libertad, sino entender que la sostenibilidad nos dará más libertad, más opciones y más posibilidades de desarrollo pleno.

Es necesario trasladar el debate a todos los sectores y actores que tienen que realizar esta alianza de la ciudadanía (políticos, empresarios, ONG´s, ecologistas, universidades, sindicatos, etc.) a través de la creación de una red de redes. Sin embargo, en España, el principal problema es que los temas ambientales no están en las agendas de los partidos políticos, por lo que la denominada “participación ciudadana” se suele reducir a una simple “información ciudadana”.

Estamos ante una gran crisis global que está teniendo consecuencias muy graves a nivel medioambiental, social y, por supuesto, económico. Esta crisis ha sido creada por el hombre. Hemos desarrollado un modelo de desarrollo basado en un crecimiento económico. Todo vale a cambio de este crecimiento económico. No importa que vivamos en un planeta con unos recursos finitos, nuestra meta es crecer de forma constante y cada vez más, y ese crecimiento justifica, entre otras cosas, la destrucción del medio ambiente.

Para superar esta situación es necesaria una alianza de los ciudadanos, que deben ser conscientes de lo que está ocurriendo y responsabilizar a quienes nos han llevado a este contexto. Esto significa que los ciudadanos nos organicemos, tengamos un planteamiento crítico y que pongamos en marcha alternativas reales, que aprendamos a caminar de forma distinta, a reducir la huella que estamos dejando en el planeta. Tenemos que cambiar la sociedad, el entorno y el modelo económico. No podemos esperar que surja de las Administraciones, ya que están condicionadas por planteamientos políticos a corto plazo, ni de las empresas, que tienen una gran responsabilidad pero cuyo objetivo esencial es el crecimiento económico.

Hoy en día existen pequeñas iniciativas que nos indican claramente el camino que debemos seguir. Sin embargo, desde las organizaciones sociales se hace una autocrítica al reconocer que no se ha hecho el esfuerzo necesario para conseguirlo, aunque se está intentando.

Hay que tener en cuenta que los intereses ambientales no sólo afectan a la generación presente, sino que a la hora de tomar decisiones, hay que considerar los intereses del resto de los seres vivos que habitan nuestro planeta, así como las necesidades de las generaciones futuras.

Aunque desde sus orígenes el ser humano ha vivido en una relación permanente con su entorno, esta relación cada vez va a peor y nos sentimos desconectados del medio que nos rodea. Para acercar esta distancia, algunas instituciones, como el área de medioambiente de la Obra Social Caja Madrid, desarrollan su actividad en pro de la sensibilización y de la cada vez más necesario implicación social.

Es evidente que hay muchos frentes abiertos y que queda mucho por hacer, pero es necesario que la ciudadanía se implique en la solución de sus problemas más cercanos sin perder la visión global. Así, otro de los ejes de este debate se centró en las formas de transporte sostenible. Uno de los retos que tenemos es el de ordenar nuestras ciudades. Éstas se diseñan de tal modo que para cubrir sus necesidades diarias, los ciudadanos tienen que recorrer espacios cada vez más largos, por lo que solicitan formas de transporte más eficaces para aumentar su calidad de vida. En las megápolis son necesarios sistemas de transporte integrados en los que se utilicen de forma eficiente aquellos medios que sean menos contaminantes, menos agresivos y que den mayor cohesión social.

Para lograr una alianza de la ciudadanía por la sostenibilidad hay que identificar, en primer lugar, a los actores, ¿quiénes tienen que hacer esta alianza? Y en segundo lugar hay que determinar los parámetros que se deben seguir para construir esta alianza: la acción pública, la orientación al cambio global y la participación de la sociedad civil.



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