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Resumen

Uno de los principales consensos de este debate y en general del CONAMA 9 fue la oportunidad que puede suponer la crisis para la sostenibilidad, siempre y cuando seamos capaces de encontrar la dirección correcta. En este sentido cobra fuerza la frase de Albert Einstein que dice que “no podemos resolver problemas usando el mismo tipo de pensamiento que usamos cuando los creamos”. Es el momento de ser ambiciosos en los retos, intransigentes en la dirección y flexibles en la transición.

El bando de los llamados optimistas considera ésta como una buena ocasión para cambiar la profunda crisis económica financiera y de confianza. El escenario de crisis es el mejor para intensificar las políticas de sostenibilidad. Ésta será más intensa y duradera si no aprovechamos las circunstancias para modificar los comportamientos, entre otros, los empresariales. Es un buen momento para aprender, para hacer negocios sostenibles, para medir la sostenibilidad de nuestro comportamiento empresarial y por lo tanto para maximizar y compaginar el beneficio económico, el social y el ambiental.

En este momento debemos considerar qué retos demanda la sostenibilidad desde el punto de vista de las empresas y cómo debe ser interpretada desde la actividad empresarial. Así mismo hay que analizar qué compromisos vamos a adquirir y cómo van a ser articulados para que sean el motor de los cambios empresariales. ¿Cómo medir la sostenibilidad de las actividades empresariales? ¿Cuáles son los retos? Según se expuso en el debate, los retos son sustancialmente cuatro:
- Reducir la huella ecológica o el impacto de las actividades empresariales.
- Reducir las emisiones de gases de efecto invernadero.
- Aumentar la eficiencia en la utilización de todo tipo de recursos, en especial el agua y la energía.
- Aumentar la reciclabilidad de materias primas y de productos acabados.

Estos cuatro retos hay que medirlos hay que validarlos y deben conformar el paradigma de la actividad empresarial en relación con la sostenibilidad.

El compromiso de la sostenibilidad no debe circunscribirse a una actitud individual y aislada dentro de las políticas corporativas de las empresas. Estos compromisos, emanados del Pacto Mundial de Naciones Unidas, deben formar parte de lo exigible a la totalidad de las empresas y deben basarse en la filosofía de la Responsabilidad Social Empresarial (RSE). La sostenibilidad además tiene una herramienta de medida clara, que es la contabilidad de las emisiones de gases de efecto invernadero con un objetivo, establecer planes de reducción, neutralización o compensación de emisiones. Conocer lo que cuesta en emisiones de CO2 un producto, la producción industrial y la actividad de cualquier unidad empresarial.

En la búsqueda de soluciones hay que llevar a la empresa la importancia de la RSE como factor de competitividad y como elemento fundamental de la sostenibilidad y seguir haciendo hincapié en la educación ambiental. Los empresarios del futuro están en la universidad y la educación es imprescindible y los conceptos de sostenibilidad y compromiso ambiental deben generalizarse en los planes de estudios. Asimismo debemos esforzarnos en llegar las PYMES, que muchas veces viven al margen, y profundizar en la necesidad de apostar por negocios equilibrados con políticas sostenibles, apoyando e invirtiendo en aquellas empresas que practiquen políticas y actuaciones sostenibles.

Otro factor importante es la innovación; no podemos seguir haciendo las cosas de la misma forma que hasta ahora por lo que serán fundamentales las medidas que promuevan la I+D+i. En este momento, la ecoeficiencia asumida ya por varias empresas toma especial relevancia al contar con un alto potencial de ahorro y de mejora. La tercera premisa y no por ello menos importante será sin duda la transparencia.

La sostenibilidad es la forma en que las empresas deben imbricarse en un mundo nuevo, pero no puede ser un compromiso aislado sino que debe de ser global. Necesitan reglas de juego comunes y en donde las externalidades puedan valorarse y primarse por la sociedad y por el mercado. En este momento de flexibilidad, de visión global estratégica y de compromiso, las empresas tienen que jugar un papel muy activo si se quieren establecer escenarios de equilibrio entre regulación y mercado, entre empleo y libre comercio, entre economía y funcionamiento del mercado. Es por otra parte el momento de la cooperación y no de la confrontación; de la unión y no del individualismo. La solidaridad debe ser un valor al alza, que debe empezar por uno mismo, por los demás y también debe traducirse en una relación de respeto hacia nuestro planeta.

Con el mayor de los respetos y reclamando solidaridad para los más de tres millones de parados, que sin duda van a suponer un alto coste social, la crisis hay que verla con cierto optimismo. Se ha agotado un sistema que ha durado 200 años y en estos momentos se ponen en entredicho el capitalismo, las reglas del mercado, el liberalismo, el modelo de intervención pública… Nos encontramos en una etapa de revisionamiento y vamos a ser testigos y partícipes de un gran cambio.



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