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Resumen

Las infraestructuras son una de las palancas del desarrollo, junto a la investigación y a la formación, y no es discutible su necesidad pero tampoco lo es que tienen una repercusión sobre la corteza terrestre, que consumen territorio y recursos. Por lo tanto es necesario compatibilizarlas con el desarrollo sostenible y más aún, convertirlas en un catalizador del mismo.

Desde las primeras guías orientativas para tener en cuenta la variable ambiental en las infraestructuras es evidente que se ha avanzado mucho. La legislación ha evolucionado de tal forma que ya no se trata de la evaluación de una obra concreta, sino que es necesario tener en cuenta el plan y el programa que alberga esa obra. Sin embargo aún queda mucho por hacer y por mejorar y uno de los mayores retos será llevar la sostenibilidad a las fases de uso y desmantelamiento de las infraestructuras para tener una visión real del impacto de las mismas durante todo su ciclo de vida.

La situación de crisis en la que nos encontramos puede derivar en posturas que apuesten por una fuerte inversión en infraestructuras, lo que desembocaría de nuevo en una situación insostenible a medio y largo plazo. La crisis no puede ser una excusa para políticas más permisivas y de hecho los asistentes al debate así lo confirmaron. La legislación y la Administración deberán estar ahí para evitarlo pero además lo están ya la sensibilización ciudadana y la de las propias empresas. La sostenibilidad no puede ser sólo un síntoma de la bonanza económica, sino que debe ser una garantía en momentos difíciles y una oportunidad para salir del bache. Para las empresas la sostenibilidad se ha constituido no sólo en un compromiso, sino también en una herramienta competitiva a todos los niveles. La apuesta no ha sido fácil y ha supuesto inversiones en I+D+i así como un gran trabajo de concienciación de toda la plantilla, empezando por arriba, pero una vez hecho este trabajo es inconcebible para ellos dar un paso atrás.

En cuanto a las infraestructuras del transporte, los expertos que participaron en este debate apostaron por la intermodalidad, defendiendo que todos los medios de transporte tienen su utilidad dentro del marco de la sostenibilidad y que todos deben internalizar sus costes. Así, cada uno de ellos será menos impactante en función de lo transportado (personas o mercancías) y de la distancia recorrida. Por ejemplo, es más lógico que en el transporte de personas las distancias largas se hagan en avión no así las peninsulares, que serán menos impactantes si se utiliza el AVE. Las mercancías, por el contrario, son mayoritariamente transportadas por barco, pero será fundamental para la sostenibilidad que se garantice la conexión de los puertos con el ferrocarril para que éste puede asumir también una parte importante de la carga.

En este sentido son muchas las esperanzas depositadas en el Plan Estratégico de Infraestructuras y Transporte (PEIT) del Ministerio de Fomento por tratarse del primer plan que rompe con el modelo radial, que tiene en cuenta la intermodalidad, la seguridad y por supuesto el medio ambiente en el más amplio sentido del término.

Las infraestructuras eléctricas, por su parte, también se enfrentan a un importante reto. La electricidad gana peso como vector energético y más aún con los avances tecnológicos en los coches eléctricos. Es a través de la electricidad como se integran las renovables y por lo tanto si pretendemos alcanzar mayores cotas en este tipo de energía será necesario tener una red mejor conectada, con más capacidad y sobre todo más flexible que permita gestionar correctamente la variabilidad que ofrecen las distintas fuentes.

El momento actual no permite prórrogas, se trata de hacer infraestructuras sostenibles, pensando en el futuro, de poner en marcha proyectos capaces de responder a las demandas actuales pero también a las futuras. Hacer infraestructuras sostenibles supone evaluar sus repercusiones ecológicas, económicas y sociales y supone además incluir la variable temporal. Nadie duda de la dificultad del reto, pero probablemente esa capacidad para gestionar correctamente la demanda será una de las claves de la sostenibilidad.



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