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Resumen

En las últimas décadas la cantidad de residuos ha crecido exponencialmente, y de forma paralela lo ha hecho también la complejidad de los mismos. Esto complica en gran medida los tratamientos y consecuentemente la recogida. Los diversos procesos de recuperación, de reciclaje y de valorización energética precisan sistemas de recogida selectiva que garanticen la cantidad y la calidad de los materiales.

Es evidente que en España se ha avanzado mucho en cuanto a la gestión de los Residuos Sólidos Urbanos (RSU); pero el volumen global sigue aumentando y en términos absolutos la cantidad que termina en los vertederos no disminuye.

En CONAMA 9 se presentaron datos alentadores, como los del reciclaje del vidrio que durante el 2007 alcanzó el 56% de los envases consumidos; lo que supuso un incremento del 10,2% respecto al año anterior y el Ministerio de Medio Ambiente y Medio Rural y Marino informa de que la tendencia es positiva también en el caso del papel y del resto de envases.

Los usuarios por su parte, y según fuentes de la OCU, se sienten bastante satisfechos con el número de contenedores y con la distancia a sus hogares pero esta satisfacción disminuye al hablar de las condiciones de limpieza de la vía pública y por lo tanto de frecuencia en la recogida. Los consumidores también han manifestado su descontento con los puntos limpios. Un 50% de los encuestados considera que hay pocos y que están demasiado lejos y una tercera parte desconoce si existen en su ciudad.

Con vistas a seguir mejorando el tratamiento de RSU, la Agencia de Residuos de Cataluña apuesta por la creación de circuitos diferenciados en casos concretos como el de los residuos comerciales. Éstos suponen el 21% de los residuos municipales, pero son más homogéneos y constituyen una fracción más sencilla a recuperar que genera sinergias en aspectos de limpieza y además permite implantar modelos de pago por generación, favoreciendo así la prevención.

Para las administraciones municipales, responsables de la gestión de los residuos, los procesos de recogida conllevan fuertes costes económicos y aunque en las ciudades los problemas técnicos están más o menos resueltos, en las zonas rurales con poblaciones dispersas y de difícil acceso, la recogida selectiva se hace aún más compleja. En estos casos, los asistentes a la mesa presentaron soluciones como los ecopuntos móviles, pero también pidieron que se analizara el ecobalance y el balance energético de la recogida selectiva para evaluar si merece la pena llevarla a cabo en estas áreas.

La situación se hace aún más complicada al hablar de residuos más específicos como los industriales y peligrosos que no son competencia municipal y cuya gestión habitual es individual o bien mediante SIG como el que presentó Sigfito para el caso de los envases de productos fitosanitarios.

La recogida tampoco es sencilla en el caso de los aparatos eléctricos y electrónicos que son responsabilidad de los fabricantes e importadores o en el de los residuos de construcción y demolición que tras la puesta en marcha del Real Decreto 150/2008 deberán alcanzar tasas de reciclaje de un 85% frente al 5% actual.

Los ejemplos presentados revisaron algunas de las soluciones adoptadas para la recogida de estos residuos, pero es evidente que aún queda mucho por hacer y que en la calidad de la recogida estará la calidad del tratamiento. Cada residuo es diferente y por lo tanto necesitará una gestión adecuada no sólo a su naturaleza sino también a su volumen y a su ubicación.



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