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Resumen

¿Es la huella ecológica exclusivamente una herramienta de divulgación? ¿Puede utilizarse como instrumento de gestión? La respuesta a estas preguntas, entre otras, era el objetivo de la sesión que en el pasado Congreso Nacional del Medio Ambiente (CONAMA) reunió a once expertos en una jornada denominada: “Reflexiones sobre la huella ecológica en España y los retos para implicar a los ciudadanos en su reducción”.

Así, frente a la opinión, prácticamente unánime de la importancia de la huella ecológica como herramienta de divulgación, la polémica saltó enseguida al hablar de este indicador como instrumento de gestión. Según la mayoría de los participantes, la huella ecológica es un elemento relevante para concienciar a los ciudadanos del uso insostenible que se está realizando de los recursos naturales, explicando de una manera bastante visual y didáctica la problemática existente. A través de su metodología se puede delimitar la cantidad de territorio que consume cada persona debido a sus hábitos de conducta. Por ejemplo, el estudio realizado por el Ministerio de Medio Ambiente, Medio Rural y Marino con datos de 2005 explicaba que si España tiene una biocapacidad -el territorio productivo que hay por cada habitante- de 2,4 ha y la huella ecológica -lo que realmente consume cada español- es de 6,4 ha por persona, existe un déficit según el cual se necesitarían tres países como España para mantener el consumo físico de sus ciudadanos.

Los problemas surgen debido a la dificultad de encontrar un método lo más exacto posible para determinar unas conclusiones, así como la percepción a veces simplificada que los medios de comunicación hacen del tema, tratando de comparar la huella ecológica entre unas ciudades y otras de manera un tanto injusta.

Otros de los participantes consideraban que hoy en día es más utilizable otro indicador, el de emisiones de CO2, que se está empleando más, es más fácil de calcular y produce igualmente resultados interesantes. Sin embargo, la polémica se desató en la creencia por parte de algunos de los ponentes de su utilización para la gestión política. Mientras ciertos participantes defendían a capa y espada su uso para la toma de decisiones, otros de los ponentes explicaban las dificultades tanto de su cálculo como de la puesta en marcha de medidas como consecuencia de sus resultados.

Una de las cuestiones curiosas que surgió a lo largo del debate fue la percepción de que la actual crisis económica aliviaría en cierta medida la huella ecológica de España, pues al producirse un descenso en el número de hectáreas urbanizadas eso mejoraría sensiblemente el dato ambiental.

Como conclusión, el grupo recordó la importancia de la huella ecológica como herramienta de divulgación sobre los problemas ambientales del planeta y la implicación de los hábitos de los ciudadanos, dejando a cada gestor la decisión de si emplearla o no como elemento de gestión.



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