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Resumen

Esta ha sido la tercera edición en la que la Agenda 21 ha protagonizado una jornada técnica en el Congreso Nacional del Medio Ambiente y para poder profundizar en los distintos aspectos, la sesión se distribuyó a lo largo de todo el día gracias a la cesión de la sala dinámica por parte de la Diputación de Barcelona. El comité encargado del diseño de esta actividad quiso mantener el hilo conductor de los anteriores encuentros abordando en esta ocasión la gestión de las agendas 21 que ya han superado las fases iniciales y mantener así un espacio de diálogo entre los distintos actores.

Teniendo en cuenta la filosofía de esta herramienta, basada en la constante aportación de la ciudadanía y en las particularidades de cada entidad, es lógico que aparezcan distintas formas de participación y de gestión más o menos exitosas. En la actualidad, una de las mayores barreras a las que se enfrentan las agendas 21 es el encasillamiento en la temática denominada “ambiental”: residuos, zonas verdes, agua… Esta herramienta normalmente depende de la concejalía de medio ambiente y no siempre consigue la transversalidad que la convertiría en un instrumento de gestión municipal apoyando las políticas de urbanismo, movilidad, sociedad, cultura, deportes etc. Para que esto suceda, es necesario ampliar las competencias y la gestión de la agenda 21 convirtiéndola así en un “plan de planes” como ya está sucediendo en algunos municipios españoles.

La participación es sin duda otra de las dificultades de las agendas 21, pero a su vez es una premisa indiscutible si de verdad se apuesta por ellas. Conseguir que la población crea en el proyecto, acuda a los foros, se manifieste y exija un compromiso a sus políticos es un reto importante, y para ello hay que trabajar en distintos frentes y con distintas estrategias. Pero incluso antes de invitar y de enseñar a la gente a participar es imprescindible que todas las fuerzas políticas crean en la agenda 21, se comprometan con la metodología y la asuman como un órgano consultivo de primer orden independientemente del equipo que gobierne.

A medida que los planes de acción local se van ejecutando, se hace necesaria su revisión y actualización continua y para ello hay que medir los resultados a través de una batería de indicadores. En este punto existen diferencias de opinión sobre la conveniencia de utilizar indicadores diversos, adecuados a cada territorio u optar por aquellos más homogenizados y recomendados por figuras externas. La cuestión no es sólo conseguir unas buenas mediciones, sino que hay que saber transmitirlas a la población con transparencia y que éstas se conviertan en una herramienta más para la gestión municipal. Se tiene que asumir también que en ocasiones será necesario evaluar y adaptar los propios indicadores o incluso crear otros nuevos que permitan medir cuantificar problemas concretos, como el del cambio climático.

Todas estas dificultades se ven agrandadas cuando se trata de entidades pequeñas o con pocos recursos y para las que la solución más idónea son las agendas 21 supramunicipales. Estas iniciativas se desarrollan normalmente en el ámbito comarcal o incluso provincial creándose agendas comarcales o redes de agendas municipales que garantizan el apoyo logístico a estos municipios que no pueden afrontar por sí solos un proceso de estas características. Esta coordinación, además de permitir que la metodología llegue a todos los núcleos de población, es en muchas ocasiones la mejor alternativa, porque es capaz de garantizar la conexión territorial desde el punto de vista natural, económico y social.

Tal y como demuestran las figuras que van surgiendo a nivel provincial, autonómico y estatal el trabajo en red es una de las tendencias más evidentes de las agendas 21. De esta forma, no sólo se promueve la creación de nuevas agendas sino que se fomenta su continuidad, su calidad y se establecen marcos de trabajo comunes. Además permiten centralizar los resultados para poder constituirse así organismos objetivos, como los observatorios de sostenibilidad local con capacidad para evaluar, generar informes y memorias, apoyar la toma de decisiones e informar a la ciudadanía.

Los distintos expertos que participaron en CONAMA 9, pusieron de manifiesto que la agendas 21 siguen siendo un buen instrumento para alcanzar el desarrollo sostenible. En España hay un gran número de entidades que han firmado la carta de Aalborg pero muchas de ellas se han quedado en esas primeras etapas o incluso consideran que ya han finalizado el proceso. Estas situaciones llevan a cierto pesimismo de los técnicos y a la ignorancia o el escepticismo de la sociedad, pero no se puede olvidar que también existen buenas experiencias de las que estar orgullosos y aprender. Se trata de entidades que llevan años trabajando en esta línea, sobreponiéndose a las dificultades, obteniendo resultados cuantitativos y asumiendo la metodología de la agenda 21 como una nueva forma de gobernanza para alcanzar la sostenibilidad.



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